domingo, 23 de agosto de 2009

Fotografia y dibujo

Ximena De Valdenebro

Negras Confluencias.

Por: Ricardo Toledo Castellanos.

Artista-Teórico.


Hay una fenomenología de lo que está abajo, de lo que pesa, peso que el animal humano ha condenado en su cuerpo y su universo: arriba lo santo, abajo lo inmundo.

“…Sobrecogido de vergüenza, renegar del horror que uno siente de sí mismo, absorberse puerilmente en el sueño de un hombre que sería esa mentira, escamoteo de lo que tiene bajo él…”

Georges Bataille.


La artista Ximena De Valdenebro presenta ante nosotros la serie de pinturas “Negras Confluencias” como una incitación a la caída por sombras escapadas del fondo de la ciudad, vistas a través de sus umbrales, ranuras y orificios que anticipan el flujo del residuo pestilente de la civilización.

1. La Mirada

Quien mira hacia adelante extiende su individualidad al porvenir, no quiere saber de lo misterioso, el templo de la mirada, el museo, despliega ante nosotros, frente a nuestros ojos, porvenires hechos historia, debidamente catalogados y fijados a las paredes; ante esta asepsia con que el arte de occidente suele citar a la vida, la vida corpórea, con sus flujos y sus excretas, la artista reclama el voltear de nuestra mirada a lo sucio, a la alcantarilla; en busca de lo bajo, nos conduce a uno de sus límites, a la entrada de un mas allá oscuro que no nos deja penetrar…El umbral reconocido por la razón ahora aguarda el trabajo del sentimiento, la gota de inmortalidad alojada en nosotros vibra ante la cercanía de lo misterioso.

2. Conquista de la inexactitud.

Si la razón busca superar a la naturaleza, la sensibilidad la despliega más allá de sus límites; en “Negras Confluencias” la dialéctica del blanco y negro, su moralismo, es contaminado por el matiz, el otro color, ese color cálido que evoca en el recuerdo de la descomposición de lo vivo, porque la vida es esa mácula en la pulcritud inhumana de los extremos de la caverna platónica… Este ejercicio pictórico se ha propuesto desde una problemática de color ascética y muy sutil, con una paleta conformada por blancos, negros y rojizos (lo que como la sangre fluye llevando óxido); triada que pone en juego una teoría compleja del color: la afirmación o negación gradual de la luz, la sombra y la calidez; que son capaces de expresar todos los otros juegos cromáticos al suscitar en el observador (su retina y su memoria) el ejercicio de lo que el poeta Paul Válery llama “sensibilidad activa”, necesaria para entender el verdadero sentido de la creación artística.

Otra dialéctica se ve burlada aquí: la de lo horizontal y lo vertical de los bordes del cuadrángulo: Este conjunto de obras plantea una relación que la pintura mantiene entre lo recto y lo orgánico: lo vivo no se produce en lo recto, sus mecanismos formales y funcionales encuentran en la línea recta y el ángulo recto su límite, su ambiente exterior, en el que pueden actuar pero del que se diferencian. Ximena De Valdenebro traza líneas que tienen en la recta su límite pero nunca lo alcanzan, oblicuidades y curvaturas que retienen del recuerdo o la imaginación la sensación o posibilidad de que, tal vez, el universo no tiene bordes y que probablemente lo que llamamos líneas rectas sean cortísimos tramos de curvaturas inconmensurables.

Pintar es entonces una constante lucha por la conquista de la inexactitud.

























Trabajos en pequeño formato 10x10 cm y 7 x 7 cm

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